Después de facturar, con su proyecto Miniatura, dos de los álbumes más interesantes en la efervescente escena de la música popular contemporánea hecha en las Islas Canarias en lo que va de siglo XXI (La huida concéntrica, Estrategias de perdición), Eduardo Briganty se centra ahora en su faceta más experimental e intimista con un álbum en el que profundiza la vertiente más visual y atmosférica de su producción musical.

Si en su versión más “colectiva”, como Miniatura, su propuesta musical encontraba aún sus coordenadas en el lenguaje del pop y del rock vía dream pop, kraut rock y con momentos cercanos a la figura del “crooner crepuscular” o de los pioneros de la experimentación que, en distintas facetas, remitían a Scott Walker o Robert Wyatt, en este debut homónimo en solitario, las referencias ya existentes en el terreno de la experimentación musical en las fronteras de los distintos géneros (Brian Eno, Steve Reich, La Monte Young, Arvo Pärt…) se dan la mano con algunos de sus alumnos más aventajados, a la hora de crear atmósferas y paisajes sonoros tan atractivos como turbadores en la electrónica contemporánea, como pueden ser Fennesz , Tim Hecker o William Basinski.

Justo cuando Eduardo Briganty se presenta al mundo como tal, a través del sello malagueño El Muelle Records – hogar de alguna de las propuestas más interesantes y arriesgadas del panorama musical español en los últimos tiempos – desaparece su voz y cualquier tipo de organicidad humana, para bosquejar un universo sonoro sintético solo comprensible si se asume que esta propuesta musical , también se nutre de la admiración por algunos de los genios creadores de la cinematografía de todos los tiempos, como pueden ser Robert Bresson, Ingmar Bergman, Luis Buñuel, Vitorio de Sica, Pasolini, Kenji Mizoguchi o un Andrei Tarkovsky bajo cuya sombra visual – el tema La zona es, directamente, una posible-(im)posible banda sonora para el film Stalker – se termina de integrar este disco a caballo entre la reinterpretación, el homenaje y la integración de lenguajes artísticos.

Así como en las referencias visuales citadas, la apuesta por el riesgo, por el cambio de perspectiva, por la óptica desconocida arroja a universos inexplorados de un hipnotismo y una atracción irresistibles, Microgramas complementa y (re)crea esos otros universos posibles que siempre han sido el objetivo creador del arte con mayúsculas.

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